En 1994, recorrí una parte importante del patrimonio prehistórico mallorquín. De ahí surgió la "Guía Arqueológica de Mallorca", elaborada conjuntamente con Javier Aramburu y Vicenç Sastre. La experiencia fue deslumbrante. Una cultura desconocida que dormitaba en los abismos del pasado. Un sentido bárbaro y grandioso de la arquitectura. Un hálito humano que pese a tantos enigmas no se ha perdido.
Desde entonces he tenido la oportunidad de colaborar en la divulgación de ese mundo perdido.
La última iniciativa es un auténtico viaje al pasado. En el seno de las cuevas de Artà. "Estrelles i talaiots" intenta dar alma a esa cultura desaparecida.
Llegar a ella a través de la emoción y la magia.
Primeras representaciones los días 28 y 29 de abril. A las 20 horas.
Compuesto en 1988, el musical Mallorcatur fue fruto de un esfuerzo conjunto entre Raphel Pherrer, Toni Miranda y el que esto firma. Salió en forma de vinilo, pero nunca se pudo montar en la forma para la que había sido concebido. Quedó así, como un disco raro y de culto.
En 2004, Toni Noguera lo remasterizó y salió en forma de CD. Ello dio lugar a unas cuantas actuaciones, pero que tampoco llevaron a ningún sitio.
Veinte años después, en 2008, por fin interpretamos las canciones en el teatro Sans, con la participación de Miquela Lladó y Miquel Ferrà. Fue una noche inolvidable, pero allí quedó todo.
Ahora, casi diez años más tarde, me he decidido a volverlo a llevar a la escena. En pequeño formato. Como un musical invisible. Bajo la forma de monólogo.
Lo estreno el sábado 25 en La Violeta de Gràcia (Barcelona). En marzo, pasará a Mallorca.
Cuando escribí
"Te lo contaré en un viaje" estaba convencido de que sería un
fracaso. Lo hice siguiendo la voluntad de Alba, y con la urgencia de no olvidar
los detalles de la historia. "Nadie querrá leer sobre dramas", me decía.
Luego, el libro hizo su camino. Tuvo una notable
repercusión, y me marcó emocionalmente durante bastante tiempo.
Quince años
después, surgió la posibilidad de llevarlo a la escena teatral. Era una nueva
incógnita, y suponía otra vez un esfuerzo. Tanto de trabajo como de
sentimiento. Pero gracias a Ferran Terraza, que puso todo su empeño en ello, y
a la maestría de Alain Chipot como director, terminó por completarse. Otras
personas colaboraron de forma muy valiosa: Daniel Gener como diseñador de
luces, Ricard Cambra en el álbum fotográfico, Júlia Orbegoso en la realización del
vídeo, Myrna Cambra y Assumpta Mañà en la producción, Mariona Forteza en el
diseño, Frank Capdet y Roser Batalla con sus opiniones, Pia Muñoz, Edgar Reig,
Carla Vidal... Todos ellos en el empeño de llevar adelante un proyecto sin ningún apoyo y de
resultados imprevisibles.
Porque te
volvías a plantear otra vez: ¿Quién quiere escuchar una historia dramática?
Finalmente, el
pasado 31 de enero tuvo lugar el estreno. Era el momento de la verdad. El
público se emocionó con la interpretación profunda y llena de matices de Ferran
Terraza. La sumaria escenografía llenó el espacio de mundos. Y las luces
proyectaban luces y sentimientos. Una vez más, la historia llegó al corazón de
la gente.
Una historia de la que uno no es autor ni tiene mérito
alguno. Es un simple transmisor.
Pero quería dejar patente mi agradecimiento a tan magnífico
equipo, y al Teatre Gaudí que apostó por nuestra historia.
Hace unos días caminaba por una céntrica avenida de Palma.
En ese estado intermedio entre la realidad y el recuerdo. Ese traspaisaje que
asoma detrás de los edificios y te devuelve los ecos de cosas que has conocido,
y que ya pertenecen a otro tiempo.
De repente,
empecé a hacer recuento de las tiendas que habían desaparecido. Una agencia de
viajes, un establecimiento de ropa, una pastelería, una librería infantil... Y
me di cuenta de que en su lugar sólo se habían abierto tiendas caras. Con
nombres en inglés o alemán y productos "exclusivos". Ni una de ellas
está dirigida al palmesano medio, al ciudadano de a pie. Todas tienen como
objetivo un hipotético residente rico, que compra arte, equipos vanguardistas,
ropa importada carísima, muebles y decoración, y sobre todo busca grandes
villas con piscina por precios astronómicos.
¿Qué ha
pasado? La gente se lamenta de la pérdida de lugares tradicionales, como Casa
Roca y ahora el Lírico. Pero lo grave es todo el movimiento de transformación
que hay detrás. El cambio de modelo económico.
El negocio en
Palma se focaliza en tiendas de recuerdos, heladerías, franquicias, almacenes,
grandes superficies comerciales, alquileres turísticos, venta inmobiliaria. Y
frente a ello, ¿qué puede hacer un café tradicional de alquiler barato? ¿O un
comercio de toda la vida para gente de a pie?
Los nuevos
usos económicos son el caballo de Troya de una gran mutación, de la que muchos
no son conscientes. Ejemplos los tenemos en otras ciudades turísticas, donde
los residentes tienen que abandonar su zona de siempre porque no pueden
costearse una vivienda allí. Y en su lugar, empresas internacionales compran
edificios enteros y los destinan al uso turístico.
Una vez han
subido los precios de las viviendas, una vez los residentes se han desplazado,
una vez los comercios tradicionales han cerrado, es muy difícil la marcha atrás
por más retórica política que lo asegure. La realidad económica es la que manda.
Así que
estamos condenados a pasear por calles fantasmales. Habitadas por los antiguos
bares, comercios y lugares de otros tiempos sólo en nuestra imaginación.
Sustituidas por reclamos que ya no son nuestros, ni nos resultan accesibles, ni
responden a nuestras necesidades.
Al final,
también nosotros seremos habitantes espectrales de esas avenidas del Recuerdo.
Cada año comienza con sus propósitos. Proyectos que luego han de fructificar a lo largo de los meses.
Para este 2017, varios trabajos importantes. Nada más comenzar, el 31 de enero, se estrena la versión teatral de TE LO CONTARÉ EN UN VIAJE. Un trabajo a cargo del actor Ferran Terraza y el director Alain Chipot para poner en escena el contenido de este libro, que data de 2002. Un proceso que ha sido largo y trabajoso, pero que comenzará a rodar este año primero por el Teatre Gaudí de Barcelona y más tarde por Valencia y Mallorca.
De mucho menos calado, pero sentimentalmente intenso, es el rescate de MALLORCATUR. Después de tantos formatos dramáticos, un poco de humor. Una historia musical del turismo en Mallorca. Aunque sea de los años 80, concebido conjuntamente con Raphel Pherrer y redondeado musicalmente por Antoni Miranda, sigue en vigor. En este caso, arranca con un formato mínimo de "concierto de autor". Se estrena en la sala La Violeta de Gràcia, Barcelona. Los talaiots, Jaume I, los piratas, George Sand, el Archiduque, en clave de comedia musical. Aunque en este caso la escenografía, los coros, la orquesta, los bailarines, sean.... invisibles.
El tercer proyecto también lleva años en la recámara. Se trata de recrear el MUNDO TALAYÓTICO. Una cultura única de Mallorca que desapareció a partir del 123 aC con la conquista romana. Y que da materia para reflexionar sobre los cambios históricos, algunos no tan remotos. Cuenta con figuras de la talla de Rodo Gener y Xavi Núñez, con música de Mariona Forteza. Y el lugar del estreno será espectacular. Aunque por ahora no se puede decir nada más.
Y por último, también está en cartera la renovación de nuestro habitual formato de excursión teatralizada a CABRERA. En esta ocasión, dejamos el "Perduts a Cabrera" para presentar una historia nueva. De la mano de dos personajes encarnados por Rodo Gener y Salvador Oliva.
Uno,
humildemente, tiene sus manías. Entre ellas se encuentra el gusto por los
viajes marítimos. Cuando vives en una isla y viajas en barco acabas por juntar
más horas de travesía que un marino de primera. Y el mundo del mar se convierte
en tu cotidianidad.
Ahora es fácil
prever el tiempo marítimo. Hay numerosas páginas web, servicios con mapas,
modelos y predicciones a largo término. Pero durante muchos años, sólo contabas
con los partes del servicio meteorológico. Llamabas a un teléfono, y escuchabas
una cinta donde se desgranaban las diferentes áreas y sus previsiones:
"Baleares, Este fuerza 3 A 4: marejadilla a marejada; Cabrera, Sudeste fuerza 4 a 5, fuerte marejada con mar de
fondo del Este; León, Norte fuerza 8: mar gruesa..."
Recuerdo perfectamente el ensalmo de
aquellos diagnósticos, dictados por una voz recia y firme de mujer. Cuántas
veces, devorado por la duda de si convenía o no embarcar, escuchaba aquella
grabación una y otra vez. Como si se tratase de una amiga que te iba dando
consejos sobre lo que te podía esperar más allá de Sa Dragonera.
Era como
un oráculo omnisciente, capaz de adivinar el mar que habría en el Estrecho,
Alborán, Cerdeña... Como una invitación al viaje sin salir de casa. Aquel parte
leído, con todas sus limitaciones, representaba una auténtica obra de arte
porque estimulaba sobre todo tu imaginación. Y cuando te decidías a viajar y el
tiempo era bueno, te decías con satisfacción: "La voz del parte nunca se
equivoca".
Después de
tantos años y tantos partes, el lector puede comprender la emoción que sentí al
conocer un día sin esperarlo a la dueña de aquella voz. Cuando me presentaron a
María Victoria y la escuché hablar, fue como un viaje remoto a todos mis
recuerdos. Todas mis travesías del pasado.
No conocí a mis dos abuelos varones. El paterno era de
derechas y vivió siempre lejos de mi familia. El segundo tenía convicciones
republicanas, y falleció de enfermedad al poco de comenzar la guerra civil.
Para mí, su generación ha sido siempre casi una entelequia. Algo que me llegó a
través de libros, relatos, historias. Pero sin un contenido vivencial lo
suficientemente fuerte como para sentir su presencia. Unos rostros, unas viejas fotografías.
Las imágenes
de estos días, que nos enseñan las fosas abiertas de Porreres, me han hecho
pensar mucho en ellos. Al igual que en mi caso familiar, la guerra civil no
deja de ser en la actualidad una referencia historicista o literaria. Algo que
está en el plano del pasado y la abstracción.
Hasta que, de
repente, aparecen esos cráneos boquiabiertos, esos huesos teñidos por las
balas, esas osamentas descoyuntadas. Tan explícitas, tan directas. Y lo que era
una referencia histórica se convierte en algo dolorosamente vivo. En personas,
gestos, pequeños objetos cotidianos como un cepillo de dientes. Un brazo
extendido. Un alambre. Presencias.
La guerra del
36 abrió una gran fosa en la memoria de Mallorca. El tiempo se ha ido
depositando encima, como la tierra que cubre los osarios. Quedaba el recuerdo,
el sufrimiento heredado familiarmente, las preguntas, los odios enquistados.
Pero eran efectos indirectos. Ondas que llegaban de un pasado cada vez más
lejano.
Las fotos de
las fosas nos devuelven a los momentos exactos del drama. Nos colocan frente a
la presencia viva de sus protagonistas. Aunque no sepamos su identidad, de
repente los sentimos próximos. Podemos compartir la angustia y el dolor que
exhalan. Como si viésemos sus rostros, las miradas. Los vestidos antiguos. Sus
voces que vienen del pasado y nos hablan.
Es como si
todos aquellos hombres y mujeres perdidos en la cuneta del tiempo se hubieran
convertido en tus abuelos.