viernes, 25 de enero de 2008
BELLEZA FRÁGIL
En estas semanas, el campo de la isla se llena de árboles que parecen a medio pintar. Esas flores blancas, casi inasibles al tacto, resultan especialmente hermosas cuando las arracima el viento.
Y por unos segundos se forma una especie de fantasma de pétalos, que cruza temblando la carretera.
sábado, 12 de enero de 2008
CASA TOMADA
domingo, 6 de enero de 2008
ATARDECER LORMANIANO
Conozco a Josep Lorman desde los 18 años. Entonces, era el único compañero que había publicado un libro. Desde aquellos años hemos llevado existencias paralelas que acabaron cruzándose en Mallorca.
Algunas tardes de invierno quedamos detrás de esta cristalera, para ver el atardecer en la bahía de Alcúdia. Mientras se oscurecen las luces y cuajan los colores.
http://www.joseplorman.com/
miércoles, 2 de enero de 2008
RAY DAVIES Y LOS OBISPOS
En "página 12" escribe Rodrigo Fresán:
Y mirando por la ventanilla yo me pregunto lo que tantos se preguntan de vez en cuando. ¿Dios existe? ¿Creo en él? ¿Cree él en mí? Quién sabe...
De una cosa estoy seguro: la idea de Dios que me resulta más cercana y posible no fue propuesta por un profundo filósofo o por un elevado teólogo sino por un rocker llamado Ray Davies en una canción titulada “Big Sky” incluida en un curioso y magistral álbum pastoral y puritano de 1968 –donde se llega a defender la preservación de la virginidad hasta la noche de bodas– llamado The Kinks are The Village Green Preservation Society.
Allí, en ella, Davies –quien se sintió extáticamente inspirado en un atardecer en Cannes, contemplando desde el balcón de su hotel “a ejecutivos ocupándose de sus asuntos allí abajo”– ideó un entidad divina llamada Gran Cielo que nos observa desde lo alto pero que no se entromete en nuestras cuestiones. Gran Cielo no está muerto, pero estamos muertos para él aunque Gran Cielo “se siente triste cuando oye a los niños gritar y llorar”. Gran Cielo “es demasiado grande como para deprimirse y simpatizar” y está demasiado ocupado consigo mismo como para encargarse de nuestras pequeñeces.
Y concluye: “Un día seremos libres, nada nos importará, espera y verás / hasta que ese día llegue no te derrumbes”, porque “cuando siento que el mundo es demasiado para mí, pienso en Gran Cielo y ya nada me importa demasiado”. Y a Davies (y a mí) le alcanza y le sobra con eso.
Y de eso se trata. Y –si mal no recuerdo, mientras me ajusto el cinturón, aterrizando– de no tomar el nombre de Dios en vano.
http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index-2008-01-02.html
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