sábado, 24 de septiembre de 2016

CAFÉS PERDIDOS DE PALMA



                                         (Fotografía del blog Fotos Antiguas de Mallorca)


 Los cafés nos parecen eternos, imperecederos. Como si siempre hubiesen estado allí sin inmutarse. Engañosa sensación, porque los cafés también nacen, crecen y se esfuman como tantos otros negocios. Con la particularidad de que después de estar en boca de todos durante un tiempo, se diluyen en la nada absoluta. Sólo perviven en la memoria de la que gente que los conoció. No quedan ni en la historia ni en la toponimia.

   La zona del Born tuvo cafés espléndidos, algunos de los cuales todavía hemos llegado a conocer. No es el caso por ejemplo de la Granja Reus, situada donde hoy se levanta el edificio de unos grandes almacenes. Un local de mucha solera y numerosas tertulias, de la época en que las granjas eran territorio de comuniones y tertulias con chocolate y ensaimada. Se fundó en 1935 y fabricaba como es debido horchatas, helados y "llet preparada".

  Si la Granja Reus, que cerró en los 60, más o menos ha perdurado en el recuerdo, otros locales no han tenido tanta suerte. ¿Quién se acuerda hoy del Antonio? Su espectacular terraza, situada a la altura de Born con Sant Feliu, era un centro de atracción para todos los públicos. En las cercanías funcionaron otros cafés de los que sólo he conocido por referencias: el Pullman, el Baleares que estaba decorado todo con madera como un tren, el café Born.

   El que sí recuerdo con añoranza era el Café Miami. Pertenecía a esa clase de los cafés a la vienesa, con un gran salón, atmósfera decadente, camareros de etiqueta y una terraza abierta al Born. En algún libro viejo todavía he encontrado el ticket de una consumición del Miami, como esas flores secas que se guardan entre las hojas. Su inmediatez al cine Born lo convirtió en uno de los centros sociales de la ciudad. Más tarde ambos cerraron y se convirtieron en el comercio que hoy ocupa el edificio de Gaspar Bennàssar.

  En el Carrer Constitució se hallaba el Café Formentor. Un lugar literario donde los hubiera. Acogedor y entrañable, recuerdo haber visto allí a un Robert Graves ya muy mayor, con su cesto, el sombrero de ala larga y una mirada ausente que parecía atravesar los objetos. Era punto de reunión de artistas y escritores. Hoy el local se ha convertido en otro comercio.

 De otros lugares sólo he escuchado hablar. Como el famoso Riskal, en la Plaça de la Reina, el Alhambra, el Mundial, el café cantante Triana en el Carrer Brondo...

 Es curioso como cafés de tanta popularidad, que jugaron un papel decisivo en la vida de tantas personas, se puedan evaporar en el recuerdo sin dejar apenas rastro.

domingo, 18 de septiembre de 2016

PIEDRAS DE COMPAÑÍA




El hombre moderno comete el error de creer que la piedra es materia muerta. Inerte, muda, insensible. No tiene la menor consideración hacia ella. En el mundo antiguo no fue así. La piedra, desde los remotos antepasados de la Prehistoria, fue un gran compañero del hombre. No sólo desde el punto de vista material, sino también espiritual. Al fin y al cabo, nuestras valiosas piezas de joyería no son sino una reminiscencia de esas remotas creencias. La piedra 
fetiche, actuante, viva.

  Desde el día en que descubrí esa verdad, cada día aparece con mayor claridad ante mis ojos. Las piedras sienten, hablan a su manera, viven y también mueren. Aunque con ciclos y lenguajes muy distintos a los nuestros.
  Un caso claro son las que podríamos llamar "piedras de compañía". Son aquellas con las que te topas durante una excursión, un paseo. Una piedra pequeña te llama la atención. Y si te inclinas para cogerla, estás perdido. Desde ese momento, la piedra entra a formar parte de tu destino.
  Puede ocurrir que no te des cuenta. Y la rechaces. Si es así, en el momento en que la piedra vuelva a caer al suelo, y se pierda entre las otras, emitirá un pequeño lamento. Se quejará con amargura de que no hayas querido compartir con ella tu vida. Y arrastrarás en tu karma la melancolía de las piedras perdidas que no quisiste acoger.
  Pero si la aceptas, si la guardas en tu bolsillo, la piedra forma parte a partir de ese momento de tu vida. Te acompaña en los momentos buenos y en los malos. Se deja acariciar mientras haces tiempo, esperas, y sientes su presencia en el bolsillo. Junto al llavero, el móvil y las cosas importantes.
  Una vez la piedra se ha convertido en piedra de compañía, siempre te será fiel. La llevarás durante una época contigo, y luego la dejarás en un estante o lugar de privilegio. Recordando las aventuras compartidas. Y si por un triste azar la pierdes, lo lamentarás para siempre. Recordarás tu piedrecita extraviada, que tal vez llore en algún solitario despeñadero. Sin posibilidad alguna de reencuentro.
  Porque es verdad: las piedras tienen su corazoncito.

lunes, 12 de septiembre de 2016

ADIÓS AL NURA NOVA




El cierre de la línea del NURA NOVA entre Alcúdia y Ciutadella es una mala noticia. A bordo del buque de Iscomar hemos cruzado muchas veces el canal. Sorteando olas temibles. Admirando la costa con su paso lento. Centenares de personas han ido y vuelto en él a las fiestas de Sant Joan. Y se ha convertido en un símbolo de Menorca y del Canal.

Los que amamos la navegación en barco tradicional añoraremos ese buque amarillo. Marinero y lento, como debe ser. Nada que ver con esos rápidos mareantes con los que intentan sustituirlo. Su silueta en el horizonte era una especie de metáfora del tiempo inmóvil.
  
La echaremos de menos.

lunes, 5 de septiembre de 2016

SUEÑOS Y LUGARES

 Las historias de amor también te unen con los lugares. A veces, piensas si tu vida no es en realidad una colección de lugares precisos. De topografías. Y en cada uno de esos lugares dejas una parte de ti mismo. De forma que, cada vez que te reencuentras con ellos, te producen una emoción intensa y muy difícil de explicar.

   Me considero muy afortunado. He podido realizar el sueño de rendir homenaje a lugares que marcaron mi vida. De niño, las ruinas de Empúries despertaron mi interés por el mundo antiguo. Pocos años después, Son Real se apareció a mis ojos como un paisaje trascendente. Recuerdo la colina de Ullastret como un reservorio de misterios. Y ya adulto, el castillo de Bellver me proporcionó momentos muy intensos, lo mismo que Cabrera. Isla y magia en estado puro. O el Galatzó, con la sombra del Comte Mal.
  
A todos esos lugares estaba muy agradecido. Y ha querido el destino que haya podido devolverles el gran favor que me hicieron con una pequeña ceremonia: una escenificación, un acto de afecto y de conocimiento. En todos ellos he podido cumplir ese sueño.

  No envidio a los ricos ni a los poderosos. Porque el paisaje y su trascendencia es la mayor riqueza que puedes encontrar.
   
  Y cuando lo tratas con amor, amor te devuelve.




Representando "El somni d'Esculapi" en las ruinas de Empúries (Foto: Marta Saez).