domingo, 28 de junio de 2009

LA MIRADA DE LOS INOCENTES





De vez en cuando te llegan mails dramáticos. Que demuestran hasta qué punto la cultura consumista que vivimos ignora o menosprecia a los animales presuntamente "de compañía". Como esta fotografía que corresponde al cierre de una perrera y la suerte incierta que espera a esos perros, con su mirada inocente cara a la cámara.

Si alguien puede echar una mano que llame al 629 27 82 38 (Mónica).

jueves, 25 de junio de 2009

LA HISTORIA A TRAVÉS DE INTERNET









EN CARTEL



He de confesarlo. El único propósito de representar "Mi vida en los Kinks" en el Principal era éste: hacerme una foto junto al cartel. Aquí está gracias a Miquel Massuti.

Ahora ya está hecho. No me inquieta si no viene nadie.

Lacune comblée!

miércoles, 24 de junio de 2009

I PUT A SPELL ON YOU




El blues tiene también una vertiente histriónica, burlesca, a veces compatible con lo dramático. Qué personaje genial Screamin Jay Hawkins. Entre caricato, brujo, bluesman y debelador de todas las convenciones. Eso tenía su mérito, teniendo en cuenta que era en épocas bien puritanas.

viernes, 19 de junio de 2009

DE LAS SIRENAS



En el fondo del mar, todos somos calamares. La percepción del cuerpo, el color de la piel. Bajo el agua, los colores palidecen. La carne parece fría. Los movimientos se llenan de una espesa lentitud.

Las mujeres submarinas me han hecho dudar acerca de las sirenas. Sus formas flotan en medio de un azul muy denso. Parecen tiernas y resbaladizas. Descoloridas como cefalópodos. Intento imaginarme a las míticas ondinas. Los cabellos les flotarían en racimo. Su media mujer temblaría en aquella ingravidez, mientras el medio pez se movería con brillos escamosos.

Tendría la blancura inerte del calamar. El pecho bailaría sin forma, acariciado por las corrientes. La espalda curvada y carente de caídas. Incluso sus brazos parecerían tentáculos.

¿Serían tan bellas como las han imaginado?

Desde que he visto flotar a las bañistas bajo el agua, me cuesta creer en las sirenas.

martes, 16 de junio de 2009

LA PIZARRA DE LOS MUNDOS





En el cielo siempre pasan cosas. Nada parece tan inmóvil y permanente como la bóveda estrellada. Sin embargo, no hay cosa más sorprendente y tornadiza.

Descubres muchas cosas. La primera de todas, el valor de la visión oblicua. Al contemplar el cielo, ves mejor lo que no miras. Por los aledaños del eje visual se perciben luces y movimientos. Parece como si los fenómenos celestes fueran tímidos, y sólo quisieran desnudarse cuando los contemplas de reojo. Una luz que parpadea, una grupo de estrellas diminutas, incluso la cola del cometa Hyakutake se dibuja con más nitidez en los bordes del encuadre del ojo.

Luego están los fenómenos fugitivos, los vistos-y-no-vistos. Como esas estrellas fugaces que son las cerillas del cielo. Algunas se encienden lentamente, a medida que van cruzando el horizonte. Y dejan una estela luminosa que, a pesar de su tenuidad, queda impresa en la retina durante unos segundos. Otras se consumen en un chispazo súbito. O hacen un quiebro extraño, trazando el perfil de una letra sobre las estrellas. Algunas son muy blancas, resplandecientes. Las hay que producen una luz tan verde como los fuegos artificiales de las fiestas mayores. Y otras son flojas, apagadas. Meteoritos fracasados que, después de millones de años vagando por el Universo, se equivocan en su último momento y no llegan a encenderse.

El cielo es la pizarra de los mundos. La lección magistral sobre el ciclo de la manifestación y la no-manifestación. Estoy convencido de que los antiguos aprendieron allí que las almas son como esas estrellas solitarias, perdidas en la sopa negra del Cosmos. Durante un tiempo, brillan como una singularidad. Luz y consciencia de sí mismas. Pero su destino es apagarse. Confundirse con la oscuridad germinal de lo no-manifestado, que es como el invernadero de la existencia.

Adonde todo va y de donde todo sale.

Por eso, el firmamento es un libro hecho de pequeñas chinchetas de luz. Sean estrellas, constelaciones, aviones que titilan o lejanos satélites que cruzan lentamente por el cielo. Una metáfora que siempre descubre cosas nuevas. Un mensaje impreso sobre nuestras cabezas cuyas estrellas guían al navegante en la singladura de sus días.

domingo, 14 de junio de 2009

ROCK EN LA SEO






La noche del 12 de junio, concierto en Ses Voltes convocado por el GOB contra la corrupción.

A excepción de un esperpético incidente causado por un helicóptero que hacía maniobras y provocó un vendaval de viento y tierra entre los pobres asistentes, y que cerraron incompresiblemente el acceso al recinto durante un largo rato por la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, todo fue bien.

La foto es magnífica. La colgó Miquel Aguiló en su myspace (como muy bien se aprecia).

Aquí estamos los Rock & Press con Llorenç Santamaria y la Terremoto de Alcorcón.

¡Inolvidable!

viernes, 12 de junio de 2009

TOPOFILIA



Al recorrer los caminos que frecuentabas en otros tiempos,

en cierto modo vuelves a ser quien eras entonces.

lunes, 8 de junio de 2009

BIBLIOTECA ETERNIDAD



En este mundo que nos ha tocado vivir, han desaparecido los grandes conceptos de la historia del hombre. Casi no se habla de la Muerte, de la Inmortalidad, del Destino. Esas ideas universales que parecían dibujar con dedos de nube algún tipo de justificación en el cielo azul de nuestra existencia.

Por eso, huérfanos de grandes sensaciones, tenemos que buscar en los sitios más insospechados las correspondientes equivalencias. Sospechas, intuiciones.

Si, por ejemplo, alguien quiere tener una imagen aproximada de eso que llamaron los antiguos "eternidad", lo tiene difícil. Los paisajes no se escapan a las urbanizaciones. Los edificios caen. Los nombres se pierden.

Lo mejor que puede hacerse es ir a una biblioteca.

A veces, uno se detiene delante de esas estanterías con libros absolutamente inusuales, de rarísimo interés. "Manual de teología caldea", "Poetas hebreos de la Alta Silesia", "El concepto de Espíritu Santo en el falso Dionisio Aeropagita".

Para saber qué es la eternidad, basta con solicitar uno de esos tomos y sopesarlo. Oler el aroma a polvo, palpar sus hojas todavía por abrir. Y pensar que solamente un auténtico erudito, un extravagante como nosotros, lo habrá consultado hace a lo mejor veinte años. Y que, una vez lo depositemos de nuevo en el anaquel, pasarán a lo mejor cincuenta, cien, doscientos años en que alguien más se interese por este mismo libro.

Esa existencia oculta, densa y silenciosa. Pervivencia en el tiempo donde no hay tiempo, es la eternidad. Podemos tenerla entre las manos, con sólo rellenar un impresito.

viernes, 5 de junio de 2009

CRISTÓBAL SERRA Y LA LUNA ROJA DE DIOS



Pocas personas aparentan menos un sesgo ocultista que Cristóbal Serra. Transparente, jovial y amistoso, carece de cualquier oscuridad entretélica de esas que otorgan solemnidad de humo e incienso. Nada de hierofante, vate o adivino.

Sin embargo, en esa cara escondida que tienen todos los escritores al otro lado del espejo, hay un Serra interrogativo y hasta doliente. Un Serra preocupado por lo espiritual más que por lo psicológico o anímico. Un Serra que contempla los enigmas simbólicos de la trascendencia. Y cierra los ojos con respeto.

Conozco a Cristóbal Serra desde principios de los 70. él me iluminó en mi interés, entonces más decidido que ahora, por los temas esotéricos. En aquel momento, lo arcano suponía una válvula de escape hacia una realidad más amplia, rica y profunda que la oficial. Suponía una rebeldía. Una ruptura.

Pero fue Serra quien me proporcionó los criterios esenciales para separar el polvo de la paja. Iniciar un viraje en mi interés esoterizante. Y desde entonces, la evolución interior me ha llevado al extremo contrario. Ya no creo en el esoterismo.

Cuando le conocí, mi visión del esoterismo era la de un sobre cerrado, escondido en una cueva, donde se hallaba la clave de una nueva lectura lectura del Universo.

Hoy, sin embargo, lo veo de una forma totalmente distinta. Y en gran parte gracias a un libro que Cristóbal me regaló: "El gran secreto", de Maurice Maeterlinck. Su conclusión era: "El gran secreto es que todo es secreto".

He comprobado que una cosa es el misterio y otra la misterioficancia. Es decir, el empeño por convertir al misterio en un valor absoluto, por sí mismo. Como si la oscuridad fuera siempre un gran mensaje. Cuando generalmente sólo significa que hay poco que decir.

Conozco a escritores muy oscuros que no ocultan saberes arcanos, sino confusión de pensamiento y estrategia de calamar.

En nuestros días, la abundancia funginosa de lo esotérico sólo denota ausencia de contenido. Es una máscara, cuando no un fraude. Porque en lugar de venerar el desconocido interior de ese cofre, hay que mirar el mundo. Que tiene sus propios arcanos pero que no son tanto secretos como invisibles para los que no tienen ojos para verlos.

"El gran secreto es que todo es secreto".

Hay un momento en que, efectivamente, la realidad cotidiana se trascendentaliza. Parece adquirir un significado superior, inmenso y polisémico, que desborda nuestros límites humanos.

Ese instante místico, la revelación, la intuición, el rapto poético, es el que altera nuestro sistema de valores. Se produce entonces eso que Rudolf Otto definió con un término trascendental: lo numinoso. Aquello que nos pone en contacto con lo sobrehumano.

¿Qué relación tiene Cristóbal Serra con todo ello?

Serra siempre trata cuestiones mayores, preguntas relativas al orden absoluto pero con cierta levedad taoísta. Sin solemnidad ni pesadez. Nunca se autooracula. Porque sabe que lo esencial es inasible por naturaleza, o mejor dicho por sobrenaturaleza. Su actitud es fundamentalmente la del Mediumnismo atisbativo.

Hay un gesto suyo que lo caracteriza. Cuando entorna los ojos, su cabellera blanca se electriza, balbucea ligeramente y adelanta un poco el labio inferior. Parece el estadio de un medium que percibe, que atisba, que siente el soplo gélido de lo numinoso.

Pero su relación con lo arcano se queda allí: en el atisbamiento. Parece adivinar órdenes divinos, grandes corrientes subterráneas del destino, pero no quiere conocer demasiados detalles. Lo que hace es volcar rápidamente su percepción en palabras estables. El Numen se hace Nomen.

Siempre encauza su sentido numínico por los modelos establecidos: el mundo bíblico, la profecía, las imágenes del Apocalipsis, las secuencias casi cinematográficas de la vidente Ana Caterina de Emmerick...

Serra no interioriza esa percepción; la interpreta. No la asume como vivencia; la proyecta. Esa intuición de un meta-lenguaje numinoso está muy presente en su percepción de lo mágico, lo telúrico o lo diabólico. En los animales: la cabra, los cangrejos, el asno. E incluso ciertos paisajes: las nubes, las luces, los precipicios.

También esa certeza de un orden de los tiempos, una coherencia interior en la historia, es lo que le ha inclinado hacia la lectura de la profecía. No desde un punto de vista supersticioso o futil, sino escrutador. Intentando leer el mensaje oculto en la correspondencia entre los versos de Nostradamus y los acontecimientos de la realidad.

Me atrevería a decir que incluso su percepción de la Divinidad resulta atisbativa. Está ahí, latente en cuanto ocurre, pero informulada. Como esa "luna roja de Dios" que persigue a Jonás en "La noche oscura de Jonás".

Sensación plástica, táctil, febril, ligeramente estremecida, que encontramos en algunas de sus imágenes:

"Una luna embrujada de rojo".
"En la ciudad desierta, oíanse los gritos de las aves nocturnas, que volaban por las calles atraidas por la roja luz solar".
"Un nublado empezaba a arrojar fuego en forma de teas".
"La luna, roja y sombría, durante tres noches sembró el espanto entre los ninivitas. Que enmascaraban sus caras para que no las tocaran sus rayos malditos".

¿Quién no se siente turbado, casi enfermo de emanación, ante esas palabras?

La naturalización de lo numinoso genera una estructura dramática de diálogo con el mundo, con los libros, con las religiones, que es el gran mérito de Cristóbal Serra.

Revivificar, tratar temas fundamentales del espíritu humano, con el rigor de un sabio pero también a través de la humildad, la ternura y casi diría que el miedo de un eterno niño.
Asombrado, asustadizo, juguetón, rebelde y algo picarón.

Esta ha sido la gran lección que Cristóbal Serra nos ha brindado. Entender la clave cifrada del mundo. Salir de los estrechos límites del dogma y de la arrogancia misteriofizante.

El lo resume mejor que nadie en una sola frase:

"Como mejor se reza es mirando a la flor o soportando el azote del viento. Hay demasiadas cosas infinitas en el mundo para que nos quedemos confinados a las cuatro paredes inhóspitas y enmohecedoras de un templo".




jueves, 4 de junio de 2009

BEATLES ROCK BAND





No acabo de entender el rollo filosófico de los "video juegos". Te vienen a decir que te compres el programa para montar tu propia banda en la tele o en el ordenador. ¡Cuando lo mejor es hacer música de verdad por el mismo esfuerzo!

Pero eso no quita el aspecto artístico de muchas de estas creaciones. ¿Qué tenían los Beatles para haber influido tanto en el mundo del dibujo y la ilustración?

El trailer del Beatles Rock Band es una pequeña obra de arte. Aunque sea mera publicidad.

miércoles, 3 de junio de 2009

CRISTÓBAL SERRA EN "LA CONTRA"




La gente de "La Contra" de La Vanguardia revolucionaron el periodismo contemporáneo de estos lares al introducir elementos humanos, emocionales, historias pequeñas en el gran periodismo. Sumamente recomendable la entrevista que le hacen al maestro Cristóbal Serra, que concluye con el maleficio de la tele.

Impagable.


http://www.lavanguardia.es/lacontra/lacontra.html

martes, 2 de junio de 2009

EL LIMO DEL ESCRITOR




Escribir con los dedos es una parte ínfima del proceso de narrar o pensar.

En realidad, lo más trascendental es remover contenidos profundos que alienten la escritura.

Y que se escuchen las ranas de la inspiración.