domingo, 15 de mayo de 2016

JODIDO PARAÍSO





Lo confieso. Estoy harto del jodido paraíso. Yo lo he conocido. Huí de la gran ciudad a principio de los 70 para instalarme en unas Islas que ofrecían muchas cosas de gran valor. Una sociedad a la medida humana. Cálida y con protocolos antiguos. Una historia potente, llena de belleza y misterio.

  Y un paisaje deslumbrante. De cielo, de mar, de montaña. Unos colores pintados con el pincel del alma. Una música nocturna llena de poesía y esquilas de ovejas. Unas comuniones con el agua de las calas y sus azules que te llenaban de armonía. Nunca olvidaré aquellas experiencias en Es Caló de Formentera, en Llucalcari, en Sa Nitja de Menorca, en las Cales de Comte de Ibiza. Parte de mi alma está trenzada con sus tactos, sus olores, su sentido del tiempo...

   Nunca lo olvidaré. Porque ya pertenecen al pasado. Ahora son otra cosa.

   El paraíso secreto pasó a los folletos turísticos. Año tras año, la filosofía del paisaje más profunda se convirtió en pseudo-literatura publicitaria. Yo mismo, como tantos otros, colaboré sin saberlo. Pensando que la divulgación de atractivos y paisajes podía suponer un incremento de la sensibilidad y la riqueza del alma.

   Pero no fue así. Los paisajes sagrados requieren una consideración respetuosa. Los recuerdos del alma demandan cariño y sensibilidad. La explotación urbanística del territorio carece de ello. Sólo busca el provecho económico. Aunque sea a costa de destruir aquello que está proclamando.

   Hoy, se me remueve el estómago cada vez que veo los incontables anuncios que pregonan las virtudes del "paraíso" en las Islas. Esa utilización espúria y engañosa de las riquezas naturales con el único propósito de conseguir dinero y más dinero. Estoy harto del jodido paraíso que venden para agencias y grupos organizados. De la desaparición, uno por uno, de los paisajes que fueron paraísos durante siglos y hoy son meros escenarios para anuncios veraniegos de cerveza. Para fiestas etílicas o de "Party Boat". Para concesiones de hamacas o excursiones cicloturísticas.
   
  Hay algo que no se entiende. Algo fundamental, que desmonta toda esa teoría bastarda de lo paradisíaco.

   Y es que el paraíso no se compra ni se alquila. Hay que ganarlo.

jueves, 5 de mayo de 2016

EL PASADO EN INTERNET



  Las modernas tecnologías han abierto no sólo canales para entretenerse, sino también grandes líneas de conocimiento. Internet es algo más que un universo de cotilleo o de compras o de ver pelis. También constituye una plataforma excepcional para contenidos serios y de profundidad.

   Si miramos nuestro propio ámbito, encontramos buenos ejemplos. Yo citaría una web, por desgracia interrumpida por el fallecimiento de su titular, como es "Altamar". Aquí se recogían todo tipo de noticias e informaciones históricas siempre con acierto y buen criterio, de la mano de Fabián Montojo. Se trata de un corpus tan interesante como lo pueda ser una colección de revistas de historia. Sólo que en la biblioteca intangible de internet. Una buena demostración de que el medio no condiciona la calidad del mensaje.

  Otra oferta clásica, y bien en activo es la página "Fotos Antiguas de Mallorca". Sus responsables se han dedicado a recoger testimonios de la Mallorca de otros tiempos, hasta el punto de formar una colección de gran valor y que resulta altamente sugestiva para cualquier persona interesada en las curiosidades del pasado.

   Allí se contemplan todo tipo de fotografías, pero también películas y vídeos. De entre ellos, yo recomendaría al lector el vídeo "También en Palma crecen los niños". Se trata de un reportaje de la serie de TVE "Esta es mi tierra", donde el escritor y periodista Joan Bonet ofrece una visión penetrante y amable de cómo era la isla en 1982.

  Bonet, una figura injustamente olvidada, nos ofrece retazos tanto literarios como periodísticos, entrevistando a figuras hoy ya míticas como Blai Bonet, Cristóbal Serra o Lluís Ripoll. Y nos llama mucho la atención ver el estado en que hace treinta años se encontraba la ciudad vieja de Palma. Que en esas imágenes aparece descuidada, sucia y bastante napolitana.

  Esas noches en que no sabes a qué dedicarte antes de dormir, internet te ofrece también esa posibilidad tan poética e instructiva. Tan lejos del adocenamiento comercial y lleno de faltas de ortografía al que nos tiene acostumbrados. Y gracias a páginas como las antecitadas podemos sentir la brisa refrescante de la calidad y la inteligencia, que no deberían estar reñidas con la pantalla del ordenador.























   Esas noches en que no sabes a qué dedicarte antes de dormir,
internet te ofrece también esa posibilidad tan poética e instructiva. Tan lejos
del adocenamiento comercial y lleno de faltas de ortografía al que nos tiene
acostumbrados. Y gracias a páginas como las antecitadas podemos sentir la brisa
refrescante de la calidad y la inteligencia, que no deberían estar reñidas con
la pantalla del ordenador.

domingo, 1 de mayo de 2016

ADÉU CIUTAT, HELLO PALMA PARK







  Vivir en el centro de Palma durante los meses de enero y febrero te permite reencontrarte con la ciudad que conociste. La gente con la que te cruzas, los clientes de los comercios, incluso el escenario sonoro de la ciudad. Pero cuando llega la primavera y se acercan los meses del verano es el momento de prepararse para la gran transformación. Lo que antes era episódico ahora se ha estabilizado. Y lo que antes resultaba estable es ahora fugaz. Así cambian las cosas.

  En pocos años, el centro ha evolucionado enormemente. Algunos establecimientos de siempre han cerrado o están a punto de cerrar. El precio de los alquileres o simplemente la perspectiva de un beneficio mayor, hacen que se sustituyan los usos de siempre por otros nuevos. Venta de "gelato", souvenirs, "take aways". Todo aquello que los cruceristas peripatéticos pueden necesitar. Consumo rápido y sin demasiadas responsabilidades. Y eso sí, un letrero en el wc: "Sólo clientes".

   De repente, las calles se convierten en otra cosa. Ciclistas, conductores de esos extraños vehículos de dos ruedas, gente que camina con bastones, grupos con su guía, galeras de caballos. A veces, los turistas te miran con incredulidad cuando abres la puerta para entrar en casa. Como diciendo: "Ah, ¿pero es que vive alguien aquí?". No es extraño, teniendo en cuenta lo que suben los alquileres.

  La ciudad más céntrica se convierte en un parque temático. Por la escalera te cruzas con turistas que suben y bajan con sus maletas rodantes. Por la calle te asaltan ofreciéndote paellas o pizzas. Escuchas las músicas de las tiendas con la puerta abierta y a toda mecha, de baretos, las bocinas de los coches de caballos, los gritos de los que vuelven de marcha contentitos. Todo es un frenesí que acaba por hacerte sentir marciano en tu propia ciudad.

  No se trata de un cambio superficial. Cuando se instauran nuevos ciclos económicos, ya no hay elección. El centro de Palma lo ha hecho. Ha vendido su alma por convertirse en un decorado de tres al cuarto. Una tienda de chucherías. Ha apostado todo a una sola ficha. La anécdota han sido cuatro pintadas. Lo importante es el cambio económico, laboral y social que estamos viviendo. Aunque no todo el mundo quiera ser consciente de ello.

  A veces, uno añora la época en que Palma era Ciutat. Y no un Palma Park.