domingo, 1 de mayo de 2016

ADÉU CIUTAT, HELLO PALMA PARK







  Vivir en el centro de Palma durante los meses de enero y febrero te permite reencontrarte con la ciudad que conociste. La gente con la que te cruzas, los clientes de los comercios, incluso el escenario sonoro de la ciudad. Pero cuando llega la primavera y se acercan los meses del verano es el momento de prepararse para la gran transformación. Lo que antes era episódico ahora se ha estabilizado. Y lo que antes resultaba estable es ahora fugaz. Así cambian las cosas.

  En pocos años, el centro ha evolucionado enormemente. Algunos establecimientos de siempre han cerrado o están a punto de cerrar. El precio de los alquileres o simplemente la perspectiva de un beneficio mayor, hacen que se sustituyan los usos de siempre por otros nuevos. Venta de "gelato", souvenirs, "take aways". Todo aquello que los cruceristas peripatéticos pueden necesitar. Consumo rápido y sin demasiadas responsabilidades. Y eso sí, un letrero en el wc: "Sólo clientes".

   De repente, las calles se convierten en otra cosa. Ciclistas, conductores de esos extraños vehículos de dos ruedas, gente que camina con bastones, grupos con su guía, galeras de caballos. A veces, los turistas te miran con incredulidad cuando abres la puerta para entrar en casa. Como diciendo: "Ah, ¿pero es que vive alguien aquí?". No es extraño, teniendo en cuenta lo que suben los alquileres.

  La ciudad más céntrica se convierte en un parque temático. Por la escalera te cruzas con turistas que suben y bajan con sus maletas rodantes. Por la calle te asaltan ofreciéndote paellas o pizzas. Escuchas las músicas de las tiendas con la puerta abierta y a toda mecha, de baretos, las bocinas de los coches de caballos, los gritos de los que vuelven de marcha contentitos. Todo es un frenesí que acaba por hacerte sentir marciano en tu propia ciudad.

  No se trata de un cambio superficial. Cuando se instauran nuevos ciclos económicos, ya no hay elección. El centro de Palma lo ha hecho. Ha vendido su alma por convertirse en un decorado de tres al cuarto. Una tienda de chucherías. Ha apostado todo a una sola ficha. La anécdota han sido cuatro pintadas. Lo importante es el cambio económico, laboral y social que estamos viviendo. Aunque no todo el mundo quiera ser consciente de ello.

  A veces, uno añora la época en que Palma era Ciutat. Y no un Palma Park. 

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