El destino tiene golpes inesperados. Un atardecer de 2004, un rayo oblicuo me descubrió una inscripción desconocida en la muralla romana de Empúries. "Primvs". El nombre de un esclavo que trabajaba colocando el hormigón y escribió con el dedo en la pasta fresca.
Fue un regalo de las ruinas. Y como tal, quise corresponderle incluyendo una foto en la segunda edición de "El caminante de Empúries".
Pero, oh los hados, los montadores de la imprenta ampliaron tanto la foto que dejaron fuera la inscripción. Los lectores se vuelven locos buscando el grafito.
Como compensación, he aquí la prueba.
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