domingo, 24 de agosto de 2008

PARA SER UN INTELECTUAL DE VERDAD EN EL SIGLO XXI




- Primera regla: Ya no hay intelectuales.


La figura del intelectual como individuo con un conocimiento estratégico del mundo ha caducado. Los líderes de masas ya no son escritores ni pensadores. Los "intelectuales" de hoy no tienen conocimientos que puedan cambiar nada. Se limitan a vender su producto.
Creerse un intelectual del siglo XIX o del siglo XX es un ejercicio de narcisimo patético.

- Segunda regla: La fama no es el triunfo.

La sociedad audiovisual se mueve según criterios mercantiles. Eso supone que lo que tiene más audiencia o vende más también es lo mejor. Silogismo peligroso. No siempre lo masivo es lo mejor.

Esta sociedad inculca la idea de que triunfar es ser famoso. O al revés: para triunfar hay que ser famoso. Y es una falacia.

Triunfar es ser consecuente con tus propios objetivos personales. Conozco mucha gente que ha triunfado y no son famosos en absoluto. Todos sabemos de muchos famosos esperpénticos y lamentables.


- Tercera regla: "Be clean, my friend".


Sé limpio. El entramado comercial y manipulador de la llamada "industria cultural" y de los "mass media" es tal que te arrastra quieras o no. Hacer una concesión supone entrar en su circuito. Con todo lo que ello supone.

A veces es mejor pensarlo dos veces. ¿Vale más ser real, estar satisfecho de ti mismo aunque seas minoritario, que alcanzar cotas de popularidad a costa de convertirte en lo que te piden?

El valor de la limpieza es fundamental. Porque el reconocimiento final está en lo más profundo de ti mismo.


- Cuarta regla: "Small is beautiful".


Es mejor estar en donde debes, aunque te resulte pequeño. Dar una conferencia para veinte personas no supone un fracaso. Peor es tener una audiencia de dos mil y ser un payaso creído, petulante y vacío. El acto de la comunicación es cualitativo no cuantitativo.

El siglo XXI será el siglo de la emoción. Y la emoción es personal, íntima. Cuando consigas la emoción, aunque sea sólo en dos personas, habrás triunfado.


- Quinta regla: ¡Pobre rico!


Triste espectáculo el de los "intelectuales" con vida de nuevos ricos. Quien hace un trabajo creativo vive de las emociones y los contenidos. ¿Qué coño de contenidos puede tener un escritor que viaja de un sitio a otro dando conferencias millonarias, recibiendo honoris causa y vendiéndose a bancos y gobiernos?

Esos intelectuales de yate y piscina sólo nos pueden vender miserias. Porque no sienten. Y para sentir hay que sufrir, compartir, ser como los demás.

Pobres ricos que son pobres creyéndose ricos.


- Sexta regla: A largo plazo.


Todo es tan rápido, todo depende tanto de las cuentas de resultados de este mismo año, que puedes acabar por creértelo. Pero la historia se escribe con pluma larga. Pensar en los resultados a corto plazo es un error. El hombre siembra. Lo que ocurra después no depende de él.

Los caminos de la Providencia son inescrutables, dicen. Y lo cierto es que las cosas a largo plazo pueden dar sorpresas. Grandes escritores o pintores se han revelado mucho después de su muerte. Y otros, aupados en su época, se han hundido en el contendedor de la historia.


- Regla final: Trabaja.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias. Lo tendremos en cuenta. No buscamos fama. Trabajamos para un futuro mejor.