viernes, 16 de enero de 2009

EL PERRO EN LA PUERTA


Me fascinan esos perros que permanecen atados en la entrada de cualquier local. Para ellos es una especie de test psicológico. Los perros equilibrados se lo toman con paciencia. Doblan sus patas y se recuestan en posición faraónica. Miran distraídamente a su alrededor como quien dice: "Bah, los amos siempre acaban volviendo. ¿Para qué preocuparse?" Perros llenos de sabiduría y ataraxia que, todo hay que decirlo, son los menos.
Luego están los perros "passadors de pena". En cuanto su humano desaparece, comienzan a mirar a su alrededor con ojos de padecimiento. Gimen para sus adentros. Y están diciendo: "Dios mío, ¿dónde están? ¿les va a pasar algo?" Se les distingue porque todo su cuerpo está en posición de alarta. Erguidos, las orejas tiesas, el ojo avizor, el hocico husmeante. No se les escapa ningún detalle. Miran la entrada de la gran superficie con una doliente estupefacción. Les adivinas el pensamiento: "Estos humanos están locos. Tantos que hay aquí y no veo a mis dueños". No entienden el trasiego de gente, el caos. Y mucho menos comprenden que ellos no puedan entrar, porque en medio de todo ese pandemonio consideran que deberían custodiar a su propietario.
Mucho más conflictivos son los perros exhibicionistas. A la que se quedan solos, montan el pollo. Se ponen a ladrar como locos, contemplan con mirada extraviada a cualquiera que entre o salga de la tienda. Su mensaje es diferente. Están diciendo: "¿Pero cómo me dejáis en este sitio? ¿Qué os habéis pensado? No podéis marcharos sin mí." Sus ladridos no son de alarma ni de angustia, sino de cabreo. Dan vueltas mientras suben cada vez más el volumen. En realidad no se dan completa cuenta de lo que les rodea. Están demasiado absortos en el conflicto moral al que les han sometido. Su injusto abandono.
Los perros atados en la puerta no sólo nos dicen cosas de ellos mismos. Sino sobre todo de sus dueños. Cuando el perro es celoso, o no se siente querido, cuando tiene miedo porque no le tratan bien, cuando necesita que le hagan caso. Cada animal es una radiografía psíquica del mundo en el que vive. Por eso resultan tan aleccionadores y didácticos. Porque nos demuestran la vieja evidencia que en una misma situación muchos responden de forma diferente. Según la situación en la que vivan.


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