viernes, 28 de agosto de 2009

HOMERO COMO ALFA Y OMEGA





Creo en Homero. Representa la humanidad eterna, profunda. El alfa y omega más allá de las iluminaciones teocráticas.

Sin embargo, a pesar de ser uno de los fundadores de la literatura occidental, pocas cosas ciertas sabemos de Homero. Durante mucho tiempo se ha discutido incluso si se trató de un solo personaje o de un colectivo agrupado posteriormente bajo ese nombre.

Su iconografía tradicional lo presenta ciego. En la isla de Quíos existió un grupo de rapsodos que se hacían llamar los Homéridas, es decir "descendientes de Homero". Eso hace suponer que naciera allí probablemente en la segunda mitad del siglo VIII a.C.

Tampoco es unánime la creencia en que La Ilíada y La Odisea sean del mismo autor. De hecho, bastantes diferencias separan uno de otro texto. Aunque también las similitudes son destacables. La crítica moderna sigue conservando la unidad de autor.

Homero relata en sus poemas hechos que ocurrieron mucho antes, en el siglo XIII a.C. Eso explica que a veces incurra en incongruencias históricas, como relatar un combate entre un guerrero de la edad del Bronce con armadura y un escudo "grande como una torre" y un hoplita mucho más ligero y que se defendía con un escudo pequeño y redondo, de época mucho más posterior.

Los poemas homéricos evocan un tiempo de héroes remotos incluso para Homero. Sería como un poeta actual que cantara por ejemplo las luchas contra los piratas del siglo XVI. Se conserva la esencia de lo que ocurrió, pero no los detalles. Troya y sus héroes ya eran un mito para el propio Homero.

Para calibrar el impacto que esos largos poemas (ambos tienen veinticuatro cantos, algunos de 800 versos) basta recordar que durante siglos sólo fueron transmitidos oralmente. Los aedos eran poetas viajeros que recorrían las ciudades y, acompañados por un sencillo instrumento musical, cantaban los poemas sobre la guerra de Troya. Muchos compuestos por ellos mismos. Más tarde, los rapsodos los repetían, sin introducir ya variación, sólo con el ritmo de un bastón golpeado contra el suelo.

Hasta que fueron pasados a texto escrito, en la antigüedad clásica, los poemas homéricos vivieron en la memoria de generaciones y generaciones de hombres y mujeres. No hay mayor garantía de su valor y su universalidad.

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