Artículo publicado en la web del Sindicat de Periodistes de les Illes Balears:
"Los periodistas somos responsables de transmitir valores de verdad. Y mucho más en estos momentos en que las verdades "mediáticas" y "oficiales" son cada vez más esquemáticas, estrechas, conductivas. Están mediatizadas por factores económicos y políticos.
En muchas ocasiones los árboles no dejan ver el bosque. Y es necesario pararse a pensar, reflexionar, intentar saber qué pasa exactamente antes de seguir la corriente de ese alud informativo que es: "Corruptitos por aquí, corruptitos por allá. Plas, plas, plas, plas".
Porque, ojo, la mayor parte de la corrupción ha sido inducida por el propio sistema.
Para casi todos los encausados, lo normal era administrar el poder como una propiedad privada. Probablemente en algunos casos ni siquiera eran conscientes de la parte delictiva. Se trata del viejo "do ut des" (hago para que hagas). De "ésser amiguets". De "farem un negociet". Mangarrufas basadas en el convencimiento de que el dinero público no es de nadie. Mejor dicho: es del primer que le mete mano. Y de otro principio: el político no es un representante del ciudadano, sino "propietario" de su escaño, de sus privilegios. Pertenece a otra casta. Ha dado un paso hacia arriba en la escala social.
Convencidos de ello, aplicaban al poder los mismos métodos que utilizan tantas empresas caciquiles, paternalistas y a veces ligeramente mafiosas. Traficar con información, utilizar golpes bajos, servirse del poder para beneficiar a los suyos.
Esa mierda de corruptelas que ha salido a flote no es una espantosa anormalidad, una flor del mal. Es ni más ni menos que el reflejo especular de cómo piensa y actúa desde hace mucho tiempo un determinado tipo de oligarquía económica. De nuevos ricos, abogados mediocres, empresarios que viven del erario público, sociedades y sub-sociedades creadas para enmascarar, puteros de visa oficial, dispensadores de facturas falsas, comensales de tiberios pagados con nuestros impuestos en los que corren las langostas, entregadores de documentos oficiales que llevan pegado el post-it con el importe de la comisión...
Que no se engañen los lectores. La justicia podrán apartar a algunos personajes, pero el problema está en la esencia del sistema. En los sobreentendidos del "anar viu". En una forma de creer que lo público es una parceleta de "l'amo". Algo que hasta ahora se envidiaba y aplaudía.
Hay que ser conscientes de ello. Evitar los clichés, las lecturas fáciles, las descalificaciones ciegas o los puritanismos hipócritas. Sin esa autoconciencia, sin ese psicoanálisis de la corrupción, todo lo que ocurre no deja de ser un teatrillo de polichinelas.
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