viernes, 5 de noviembre de 2010

LOS COLORES DE LA ETERNIDAD




La eternidad no es un concepto filosófico. Es una realidad transversal.

Hay momentos que, por más breves que sean, son eternos. Cuando la unicidad de tu materia se diluye por unos instantes en el juego cosmogónico de todas las otras materias. Te conviertes un poco en la luz del atardecer, en el aroma a sal del mar, en el crujido de los guijarros cuando se retiran las olas, en los regueros de agua que forman los relieves de las rocas.

Intuyes entonces que has dejado de ser tú solo para diluirte espiritualmente en el ciclo grande del paisaje. Aunque sea de forma fugaz.

Ese es el gran poder, la gran trascendencia de los espectáculos de la naturaleza.

Ese es el delito y la cruel torpreza cuando se destruyen por dinero.

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