miércoles, 4 de enero de 2012

"LOS LAZOS RASGADOS" Y TONI CAPLLONCH





A veces, ciertos recuerdos vuelven a ti. Como comensales que de improviso se sientan de nuevo en tu mesa. Hace dos días, en una tarde de viento y nubes rojas, fui a Pollença. Cuando revisitas lugares que han estado cargados de significado después de mucho tiempo de no estar ahí, siempre resulta una experiencia emocionante.

Me gustó pasear por las calles pollensinas, y se me agolparon muchos recuerdos. Entre ellos el de Toni Capllonch. Lo conocí en 1980, cuando tenía una tienda de discos llamada Jonch cerca de la calle Olmos de Palma. Era una tienda muy bien surtida, y en aquel tiempo yo entraba en mi crisis de los 30. Después de años de pensar sólo en el trabajo, regresaba a mi vida el rock and roll como vocación y destino. Así que encontrar a Toni Capllonch fue como conocer a un aliado.

Pasaba regularmente por la tienda, que regentaba junto con Diana su mujer. Su hija tenía la misma edad que la mía y creo que jugaron en más de una ocasión. Gracias a haberle conocido, puse en marcha unas páginas de música moderna en el Diario de Mallorca, en las que colaboró. Y luego comenzamos a ilusionarnos en un proyecto de revista: “Roc and Foc”.

Toni era persona difícil, con un largo expediente de enfermedad y aspectos problemáticos. Pero era capaz de luchar e ilusionarse. Recuerdo que pasé un verano en su casa del Port de Pollença, escribiendo cuentos rockeros y asistiendo al concierto de Eric Burdon en Can Picafort.

Después, nuestros contactos fueron más esporádicos. Su vida se complicó mucho. Tuvo que cerrar la tienda, estuvo en el extranjero. Le perdí la pista.

Pero me quedó el libro que publicó en 1969, cuando era apenas un adolescente. Se titula “Los lazos rasgados”, lo editó el Club Pollença con una portada juvenil del pintor Joan Bennàssar. Es una novela de pubertad, muy sesentera, que trata del enfrentamiento generacional, de la rebelión, de la búsqueda de un camino.

Hace ya bastantes años, un día pasé por delante del antiguo local de Jonch. Me quedé mirándolo y entonces, por esas cosas del destino que son causales y no casuales, aparece Diana su mujer. Le pregunté por Toni y con gesto descompuesto me dijo ¡que había muerto el día anterior!

Aquello me dejó muy impresionado. Y desde entonces, “Los lazos rasgados” me ha seguido a lo largo de mis mudanzas. Como un testimonio de ese episodio, perdido ahora en el olvido.

Todo eso recordé paseando por Pollença. Y al volver a casa, busqué por internet. Cual fue mi sorpresa al encontrar bastantes referencias al libro de Toni Capllonch. Está reseñado en varias páginas de libros descatalogados y buscados.

Eso me gustó. Quizás, internet sirva para echar esas botellas de náufrago que tal vez alguien recoja. Y te permite pensar que no todo acaba en el desconocimiento, la ignorancia y el olvido.

Me hizo sentir bien saber que, a su manera, el libro de Toni Capllonch sigue vivo.

No hay comentarios: