Resulta curioso el proceso para preparar un nuevo libro. Tienes una idea central, pero careces de todos y cada uno de los detalles. Como si el dibujo de un gran velero se redujera al palo mayor. Hay que buscar entonces todas y cada una de las velas, el bauprés, el palo de mesana...
Pero no es un proceso racional, sino intuitivo. El contenido se va haciendo solo. Eso sí, mediante una larga y a veces un poco desesperante intendencia de notas. Mirar y remirar libretas antiguas, ideas, anotaciones que no fueron más allá, dibujos, esquemas, insinuaciones.
Y, de repente, el magma invisible empieza a dar señales de vida. Como esas burbujas sulfurosas de los volcanes. Lo cual es signo de que la materia oculta se está organizando y dentro de poco deberás darle salida.
¿Quién "escribe" en realidad?
Lo ignoro. Una especie de voz oculta, secreta, a la que alimentas para que durante un tiempo hable para ti y de eso salga un libro.
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