viernes, 12 de septiembre de 2014

CREPÚSCULO SOBRE LA HISTORIA



El castillo roquero de Santueri parece una gran fortaleza visto desde lejos. Está erizado sobre una elevación de poco más de 400 metros. Rematando un perímetro de acantilados y riscos inaccesibles. Su fachada, con la torre de homenaje, almenas, lienzos poderosos y torres caballeras, ofrece una imagen imponente. Uno espera encontrar una construcción inmensa en su interior.

Pero cuando se cruza la poterna, lo único que aparece es la nada. Un pedregal en pendiente, con una de las vistas más imponentes de la isla. Desde Menorca a Cabrera, todo el Llevant y buena parte del Pla. Una vez dentro, las construcciones son mínimas: una cueva, pequeñas canteras, aljibes, los restos de una posible capilla, algunas torres aisladas, canalizaciones de agua, y restos de muros. 

La impresión es de un vacío sobrecogedor. Acentuado por la cantidad de cerámica que aparece en el suelo. Testimonio de la presencia de centenares o tal vez miles de refugiados musulmanes que resistieron aquí hasta 1231. Refugiados, con unas pocas pertenencias, ganado. Con la angustia de los que huyen. Ante un destino incierto.

Dice la leyenda que muchos se arrojaron desde la torres que hoy se conoce como "el confesionario de los moros", o a los pies del Muro Norte cuya explanada rebautizó la leyenda como "el cementerio de los moros".

En esta zona, desértica y de una soledad casi metafísica, se siente el peso de la historia. A veces, un pequeño remolino levanta la tierra como si fuera una presencia invisible. El silencio es inmenso, y toda la isla se divisa a los pies.

Este ha sido el marco de "Crepuscle a Santueri". Recogiendo los testimonios de las crónicas musulmanas de entre los años 1229 y 1232. Cuando el paisaje y la historia componen un mensaje más allá del tiempo.

 Mágico, emocional.


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