Cuando hacemos un panegírico de los cafés o restaurantes
desaparecidos, siempre nos acordamos de los grandes. El Riskal, el Formentor, la
granja Reus, el Oriente, el Alhambra, el Miami... Nombres que tienen su papel en la historia de Palma. Pero también existieron pequeños locales, poco
conocidos, que cerraron sus puertas y se llevaron con ellos una parte del alma
de la ciudad. A veces, en silencio. Sin que nadie los evoque.
Estoy pensando
en un caso singular: el Cucú. Este establecimiento de nombre cantarín estaba en
los arcos exteriores de la Plaça Major, por el lado de las escaleras. Ocupaba
apenas un diminuto rincón. Pero todo en él era singular. Desde la oferta de
cervezas de importación, hasta el carácter del propietario: Massimo. A quien yo
vi negarle a un cliente una segunda cerveza, porque la bebía a morro y eso era
indigno de la marca.
Pero más singular todavía fue el camarero que lo atendió durante un tiempo: José Torresma. Un actor apuesto y dicharachero
cuyo sueño era participar en películas. Compartía sus ilusiones con toda la
clientela y cuando, por fin, pudo viajar a Hollywood para probar fortuna los
clientes le desearon suerte alzando la cerveza (en vaso, por supuesto). A todos
les parecía una ilusión imposible y ladeaban la cabeza pensando en el día en
que Torresma tuviera que regresar a servir cervezas, evaporado su espejismo
cinematográfico.
Pues no. Torresma se instaló en Hollywood y ha conseguido
abrirse camino. Por internet le puedes ver en sus cástings y trabajos de
publicidad o de animación. Incluso en fotos con las grandes escenas de cine. Y
pocos pueden decir como él que pararon a Clint Eastwood en un semáforo y se
pusieron a hablar relajadamente con él sobre sus recuerdos de España. Es uno de
esos casos que demuestran cómo la voluntad y el talento mueven al mundo.
Poco tiempo después de su marcha, el Cucú cerró sus puertas.
Y hoy es un local vacío, pintarrajeado, silencioso. Ya no lo frecuentan la gente del Teatre Principal, ni los amantes de aquella terracita tan fresca en
verano. Su historia concluyó sin que nadie se haya acordado de él.
Quizás, un día cuando Torresma sea una estrella de Hollywood,
el Cucú entre definitivamente en la leyenda.