domingo, 10 de junio de 2018

ESTRENAMOS "EL DRAGÓN VERDE"


Hay proyectos que acaricias durante años. Sobre los que dudas, te retiras, te decides. "El Dragón Verde" es uno de ellos. La idea base es presentar un Psicoformato. Una representación divulgativa de algunos de nuestros procesos mentales más profundos. La sombra, la culpa, los sueños, los mitos y arquetipos, la individuación. Explicar en qué consisten. Representarlos a través de una historia concreta. Ayudar a reconocer esos otros personajes que viven en nosotros. Las personalidades múltiples.

  Para ello, partía de la obra de Carl G. Jung, la persona que dio a la Humanidad conceptos tan fundamentales para entenderse a sí misma como "persona", "complejo" o "introvertido/extrovertido". Pero también con un soterrado homenaje a un hombre muy poco conocido: Richard F.C. Hull, que fue traductor de la obra de Jung al inglés. Y que residió muchos años en Mallorca. Concretamente en el Secar de la Real.

  Hull, personaje fascinante, sufrió una grave enfermedad y no podía desplazarse. Para hacerlo inventó un extraño vehículo, una especie de sidecar ambulante, que llamó "El Dragón Verde", con el que llevaba a sus hijos Ruth y Dominic a la escuela. El Dragón Verde es también ese animal oculto en nosotros, protector o destructor. Que aparece cuando no se le espera. Nos llena de fuerza o nos destruye.

  Los problemas mentales no son una excepción. Viven dentro de todos nosotros.

   "El Dragón Verde" cuenta con la presencia protagonista de Xavi Núñez, que encarna al protagonista de esta historia ilustrativa. Y música de Mariona Forteza.

  Se estrena el jueves 14 de junio en la Llibreria Drac Màgic (Jeroni Antich, n. 1).



               Richard Hull a bordo del Dragón Verde, con sus hijos Ruth y Dominic.

viernes, 8 de junio de 2018

DESPEDIDA



 Las despedidas siempre son especiales. Pero hay lugares y momentos en que adquieren una dimensión casi metafísica. Te llegan al fondo del alma. Como si te estuviesen enseñando una lección muy importante de la vida.
  Hace años, se puso de moda largar cintas de papel higiénico cada vez que salía el barco. Era toda una metáfora del cordón umbilical que te une a la tierra. La ruptura lenta, ritual, del lazo antes de emprender el viaje. Una hermosa despedida. Hoy, ya no es posible.
También se despedía la gente en el aeropuerto. Cuando el público subía a una terraza y veia a los pasajeros caminar hasta el avión. Daba tiempo a agitar la mano o el pañuelo. Ver la pequeña silueta embarcándose hacia la travesía.
Las medidas de seguridad y los modernos protocolos hacen más difíciles esas despedidas tan poéticas. Pero todavía se conserva una. La despedida en Cabrera.
Cuando sales de Cabrera, después de recorrer sus parajes. De vivir esa naturaleza intensa, ensimismada y tan llena de imágenes románticas. Cuando te encaminas hacia la civilización habitual, después de vivir por unas horas en una especie de isla fuera del tiempo. Donde todo es diferente. La gente, el sentido del tiempo, la forma de concebir el espacio.
Vas hacia la barca, y algunas personas se acercan al muelle a decirte adiós. Y ese es un verdadero adiós. Una despedida real. Porque se rompen dos mundos. La barca enciende motores, y contemplas por última vez las cuatro casas del puerto, el castillo, la vegetación moteada, las rocas, el azul pastoso del agua. Sientes que dejas algo tuyo allí. Mientras algunos curiosos, algunos amigos, se acercan para darte esa despedida que a cada braza es más definitiva.
Cuando la barca enfila la bocana, ves como se aleja el microcosmos de Cabrera. Y piensas en la gente que pasará la noche allí. Mientras el faro de Ensiola barre la cumbre del Picamosques y resuenan las olas en el exterior. Te sentirás tan lejos de todo eso, que no podrás evitar una profunda nostalgia. Una pena sutil.
En eso consiste una verdadera despedida.