martes, 9 de septiembre de 2008

ENTREVISTA DE M. ELENA VALLÉS

Uno no es demasiado narcisista, pero en este caso la entrevista de M. Elena Vallés en el Diario de Mallorca vale la pena.








´El intelectual de ahora no sirve para nada´



El colaborador de este rotativo acaba de publicar ´Palma íntima´, una recopilación de cien artículos escritos entre 2002 y 2008 en este diario, una antología de crónicas ciudadanas que pretenden rescatar la memoria de Ciutat

M. ELENA VALLÉS. PALMA. Carlos Garrido (Barcelona, 1950) blande espadas como labios y verdades como templos. Es un hacedor de paradojas: "Los periodistas hacemos la historia, pero no somos conscientes de ella". Generalizando, el escritor -que viene con el hacha- piensa que los comunicadores andan cortos de vista, "pues no vemos el movimiento histórico y damos importancia a cosas que no la tienen. Dejamos un testimonio muy a medias". La otra historia, la desposeída de grandes titulares en los diarios y de boletines informativos, la que pide limosna de voces y canales, es la que viene escribiendo en DIARIO de MALLORCA desde 2002 este periodista nacido en Cataluña. Los lectores pueden descubrir ya una antología de estos textos, titulada Palma íntima, en formato libro, recogida y editada en la colección La Foradada, de Olañeta editor.
Cien artículos componen este mosaico de intrahistoria y crónicas ciudadanas, "un género que era muy común, pero que se ha perdido en los últimos años". El mismo Garrido reconoce que estos textos son deudores de otros escritos por profesionales como Rafael Caldentey, Joan Bonet o Tomeu Suau. Sobre la desaparición de este género en los periódicos, Garrido defiende la teoría de que a finales de los años 80 se produjo un corte y el objetivo de la prensa se redujo considerablemente: "Ahora los periódicos llevan mucha política y deporte". Por ello, estas piezas de relojería de Garrido bien puede decirse que cumplen una función social de rescate de la memoria, pues el periodista deja constancia de personajes, lugares, profesiones o comercios que está desapareciendo para no volver más.
Cuenta habida de que las administraciones no se ocupan de preservar el recuerdo, los libros y los artículos se convierten en ceniceros de vestigios que existieron y conforman la idiosincrasia de un pueblo. Garrido aboga por que las instituciones se impliquen más en esa labor de rescate, "creando un banco de datos balear, con un archivo centralizado e informatizado con todas las noticias publicadas sobre un tema determinado y con fondos de fotografías. La memoria oral se debería también recoger, grabando a los mayores que quedan todavía en las possessions antiguas. Es sencillo y barato".
-¿Por qué no se ha puesto en marcha esta idea?
-O no es rentable electoralmente o los que gobiernan no tienen criterio. Una comunidad se tiene que reconocer en su historia.
Garrido cree que el modelo de periodismo que se ejerce hoy en día es heredero del de la Transición, una época en la que la clase periodística y la política vivieron amancebadas por la situación del país. "De acuerdo, era necesario que fuera así para que saliéramos adelante con la democracia, pero ahora ya no tiene ningún sentido. Hay que estar fuera del sistema y dar fuerte cuando toca". El exceso de complicidad fulmina la objetividad y ofusca la interpretación. El escritor reconduce la profesión del periodista, la guiaría por otros derroteros: "Hay que acercarse a la gente de a pie y a la vida científica, de nuestra universidad, por ejemplo. Nos faltan datos de muchas cosas y no estamos explicando lo que es realmente la historia. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos de internet. Los diarios deben proporcionar menos información y ofrecer más claves".
Si alguien llama intelectual a Garrido, se la está jugando: "El intelectual se vende ahora, pero no sirve para nada. Antes tenía un conocimiento estratégico para explicar las cosas. Actualmente se aferran como sanguijuelas al poder, dan lecciones. Pero no los escucha nadie y no pintan nada". Y todo esto sólo al preguntarle por el Decàleg de la Cultura de Balears, firmado por distintas asociaciones el pasado mes de enero. En la misma línea abunda: "El Consell de les Arts que pretende crear la consellera de Cultura, Bàrbara Galmés, no sirve para nada". La actitud de los escritores también le decepciona: "Un literato tiene que dedicarse a escribir y a vivir. Ni tiene que participar en congresos ni debe ir dando conferencias pijas por ahí".
El periodista salva de la quema a muchos. Es por ello que reconoce la "carrera brillante" del GOB (Grup Balear d´Ornitologia i Defensa de la Naturalesa) o de ARCA (Associació per a la Revitalització dels Centres Antics) en esta isla.
Garrido es uno de esos seres inusitados que luchan por el patrimonio, por las quatre pedres, como se supone que dijo un día alguno de los cerebros del ladrillo responsable de la balearización de los años sesenta. Para él, los elementos patrimoniales conllevan una importante carga simbólica. Un ejemplo paradigmático: el Monestir de La Real, "causa en la que el Govern socialista finalmente ha claudicado". Son Espases ya se levanta a varios palmos del suelo.
Este flaneur trabaja con sus piernas, sus cazadores de luz bien enfocados y una cámara. Se siente deudor de Ramon Gómez de la Serna, por la querencia que este compositor de greguerías detentaba por los objetos ("El ventilador afeita el calor", decía Don Ramón). "Creo que es útil este modo de ver las cosas. Hay que dar alma a las cosas inútiles y a lo que desechamos, a la basura. En el fondo, todo ello habría que aplicarlo a un nuevo criterio periodístico", sentencia.
La entrevista suena a Rock&Press, a The Beatles y a Charles Aznavour. Pero también a Garrido solista, escritor de temas neorrealistas. "En serio, la canción es una gramática de la emoción. Es como si metieras un canario vivo dentro de un cuadro", recita. "La música es buen antídoto contra el periodismo cabreante". Garrido es un tipo de trato fácil, alguien a quien le gusta trabajar en equipo, con personas, "pero las que más recuerdo son aquellas con las que alguna vez he tocado en un concierto". Pico de pajarito.

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