miércoles, 10 de septiembre de 2008

FEARLESS VAMPIRE KILLERS




Ayer por la noche y de forma totalmente inesperada, pude volver a contemplar "The Fearless Vampire Killers" o "El baile de los vampiros" (1967) de Roman Polanski. Para mí no es una película cualquiera. La vi a los dieciocho años y me fascinó por lo que tiene de parodia gótica y cartón piedra. Poco después, el asesinato brutal de Sharon Tate por la familia Manson le dio un sesgo trágico.

Sharon Tate está guapísima y Polanski sale jovencísimo, sin ese aire atormentado que ha terminado por adquirir después de una vida difícil y accidentada.

Pero lo que más me interesa de esa película es la formulación, aunque sea burlesca, de un imaginario fantástico. En cierta manera, ese tópico de los vampiros, las tumbas, los castillos, los bosques, los lobos, responde a un arquetipo de paisaje interior. Es el marco donde se producen determinados acontecimientos del alma. Fantasmagóricos pero al mismo tiempo reales, porque tocan por reverberación contenidos profundos.

La fantasía gótica es una alegoría de los estratos más inmemoriales del alma humana.
Por eso el romanticismo fue tan adepto de ella.

Queriendo reírse de ella, y sin pretenderlo, Polanski no sólo la reforzó sino que anunció de una forma siniestra la muerte de la protagonista a manos de las fuerzas más oscuras. La locura y la maldad.

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