El Casal Solleric muestra una exposición de retratos de Gabriel Ramón. Y mira por donde me he descubierto en uno de ellos. Ramón es un fotógrafo eminentemente clásico, trabaja muy bien los negros y los grises, sus composiciones resulta llenas de sentido, elegantes, sin estridencias. Recorre uno los cuatrocientos retratos y es como si hubiese estado hablando un rato con un montón de gente. Hay un componente anímico muy denso, a la vez que un recorrido de personajes desde los años 70 hasta la actualidad.
Me ha sorprendido la foto, de 1986. Recuerdo el día en que la hizo. Trabajaba de noche en el diario y salí un momento para la sesión. Estaba de mal humor y tenía bastantes problemas. Así se explica la expresión de la cara un poco puñetera. Estaba destinada a un cartel para una conferencia en la UIB sobre lo numinoso.
Ha sido un extraño reencuentro.
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