domingo, 5 de junio de 2011
LECTURA DE UNA CRISIS GLOBAL
Pasan demasiadas cosas. Y cuesta entender de una manera sencilla lo que está ocurriendo. Tal vez resulte más fácil para los que hemos vivido varias épocas, y somos capaces de apreciar los contrastes. Las evidencias.
A principios de los noventa, algo cambió. Hasta entonces en nuestra tierra todo era todavía un poco cutre. Pero de repente, el dinero comenzó a correr en catarata. Recuerdo las fortunas que se pagaban por pisos del barrio viejo, la gente cambiándose de coche, los hábitos de nuevo rico. No era una riqueza productiva, puesto que la entrada en la UE supuso el cierre de sectores enteros como la siderurgia o el empobrecimiento de la agricultura. No. Era una RIQUEZA ESPECULATIVA. Turismo y construcción.
El darwinismo especulativo es implacable. Gana siempre el más amoral. Aquel que obtiene mayores plusvalías sin importarle cómo. Sobre todo cuando se trata de sociedades y corporaciones, donde el poder es anónimo y la ambición de dinero caníbal. La especulación tiene siempre una hermana gemela: la CORRUPCIÓN POLÍTICA. Hemos tardo muuuucho en darnos cuenta. Pero era evidente.
El “estado del bienestar” tiene una premisa. Que los oligopolios hagan negocio. Sin negocio, no hay estado del bienestar. Así de sencillo. Durante este tiempo han crecido ciertos servicios sociales a base de privatizar y desarmar parte del Estado. La economía especulativa vivía entretanto a base de tratos de favor, tráfico de influencias, expectativas desmesuradas.
Basta recordar pelotazos como el de Telefónica en tiempos de Aznar. Privatizaciones en detrimento de lo público. Privilegios escandalosos a bancos y entidades financieras que vieron el cielo abierto. Todo eso aupado por unos medios de comunicación que, abandonando en gran parte su papel arbitral, hicieron el caldo gordo a la creencia de que el triunfo era tener dinero, ser famoso, ser importante. Sin importar los términos.
Aquella bola de nieve ha ido creciendo desde entonces. Cada vez más descarada, más inmoral. Los partidos políticos, alejados de la gente e incluso de sus votantes, son un fin en sí mismos. No representan ideas o formas de gobierno. Porque sólo hay un gobierno: la plutocracia internacional. Entidades macroeconómicas, agencias de calificación, grupos de bancos que tienen cogidos por los huevos a los gobiernos. Ahí radica un poder que no ha sido elegido por nadie, y que se lucra incluso más en momentos de crisis.
Frente a ello, la mayor parte de los políticos adoptan la DIALÉCTICA DEL CHACAL. Ladran y se muerden. Discuten, insultan, están permanentemente cabreados. Siembran la idea de que hay que desacreditar al otro como única estrategia.
Ese maniqueísmo estéril y barato se junta al embrutecimiento mental. La industria del entretenimiento se ha convertido en una productora de pesadillas. Como demostró genialmente Michael Moore, el 90 % de las películas y series se basan en inspirar el miedo al espectador. Las televisiones públicas y privadas programan centenares de programas intelectual y moralmente degradantes. Y no pasa nada.
A nadie le interesa un público capaz de pensar, de exigir mejores criterios. La filosofía especulativa se basa en la cantidad, no la cantidad. La AUDIENCIA. Si un programa es pura basura pero vende, sube, es buenísimo. Ejemplos hay a patadas.
Oligopolio que domina la economía, opinión pública anestesiada, políticos ineptos. Es el “target” perfecto para corruptos e incompetentes. El ciudadano tiene la impresión de estar en el centro de un remolino donde no puede decidir nada y en cambio ha de pagar todas las facturas.
Resumiendo:
- Poder oligárquico internacional que tiene dominadas a las instituciones políticas y sólo busca su beneficio.
- Clase dirigente de muy pocas luces y muchas ansias de poder-dinero.
- Ideología basada en una idea de felicidad y realización personal sólo mensurable por el consumo y el dinero.
- Decadencia. Fin de ciclo.
PROPUESTAS A LA CONTRA
Pero toda tesis tiene su antítesis. Y es posible vislumbrar la aparición de los anticuerpos de esta situación. Varios serían los principios:
- Devolver la ética a la vida pública. Penalizar y expulsar a los corruptos y los ineptos. Introducir la auditoría moral y funcional en las instituciones.
- Favorecer el criterio en la gente. No más televisión basura, no más programas de gente gritándose e insultándose. Enseñar a debatir. Abandonar la idea de que el contrario es alguien a quien debes desprestigiar.
- Primar sobre todo la educación. Vivencial, completa, humanista. Sin educación, todo está perdido.
- Apoyar valores como la solidaridad, el respeto hacia los demás, y los principios intangibles que desde siempre han sido importantes y no se pueden traducir en dinero.
- Un consejo para los medios de comunicación: Decir la verdad.
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3 comentarios:
Wapo. Sabes que yo me dí cuenta ya trabajando en la empresa de la que no quiero recurdar el nombre. Me gusta mucho cómo los has destrito en una somera carta. Me da que nuestras conversaciones te han servido, aunque sea mínimamente a ello. Si no te importa, lo comparto, porque yo no lo hubiera definido mejor. Un beso y te llamo. Ali.
Un beso. Comparte lo que quieras. Noh vemoh...
Evidencia para tu argumento. Lo siento en inglés... Google translate te lo traducirá! Salud!
http://www.vanityfair.com/society/features/2011/05/top-one-percent-201105
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