Asesinatos y secuestros, pitonisos, teletiendas, famoseo gritón, películas y series de serie B. La tele se ha convertido en una especie de contenedor abierto y con moscas, del que sólo se salvan unos pocos canales.
Casualmente, he descubierto un antídoto. De vez en cuando me paseo por Deixalles. Donde siempre encuentras cosas inesperadas, y además de estar bien de precio contribuyen a un fin social. Hace pocos días di con un pequeño busto de porcelana. Fue elaborado por Arte Bachero (Valladolid) en porcelana, y representa una cabeza de diosa clásica. Concretamente Proserpina o Perséfone. Sencillo y elegante, sólo costaba dos euros.
Como no sabía donde meterlo, al llegar a casa lo dejé en un hueco al lado del televisor. Y fue por la noche, al encender el aparato, cuando me di cuenta de su función. La pantalla vomitaba contenidos exagerados, cutres. Pero al lado, la diosa de la Fecundidad, la princesa del Hades, miraba al vacío con sus ojos blancos.
Descubrí así que la escultura constituía el auténtico contrapunto de tanta basura. Un poco de cultura clásica frente al desenfreno pedestre. En esos largos zappings en que no encuentras nada de interés, le quito la voz al aparato y miro a la bella Perséfone. Si ponen anuncios, lo mismo. Y cuando cierro la tele, me quedo un rato contemplándola como si pusiese en orden mi cabeza después de tanto centrifugado.
Descubrí así que la escultura constituía el auténtico contrapunto de tanta basura. Un poco de cultura clásica frente al desenfreno pedestre. En esos largos zappings en que no encuentras nada de interés, le quito la voz al aparato y miro a la bella Perséfone. Si ponen anuncios, lo mismo. Y cuando cierro la tele, me quedo un rato contemplándola como si pusiese en orden mi cabeza después de tanto centrifugado.
Tal vez nos deberían vender con cada tele una escultura de Praxiteles.
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