sábado, 28 de julio de 2012
MANOS DE ÁNGEL GÓTICO
Ahora, casi nadie cree en los ángeles. Pero la ciudad está llena de ellos. En las fachadas de las iglesias, los retablos, los cuadros, los esquinales. Son seres inmateriales, pero sólo los conocemos por su representación física, matérica. Como si esa fuese una paradoja más de su condición.
Siempre me han emocionado las manos de los ángeles góticos. Son manos finas, de palma estrecha y dedos ahusados. Constituyen la parte más espiritual de su representación. Porque mientras sus rostros suelen ser hieráticos, de ligera sonrisa o mirada extática, sus manos hablan.
Son las manos que sostienen y tañen los instrumentos del Portal del Mirador de la Seu. Manos musicales. Las manos que extienden las filacterias donde aparece escrita la palabra de la Divinidad. Los dedos que señalan, anunciando la presencia del Espíritu Santo. Las manos de ángeles turiferarios o portadores de incienso. Manos que llevan la palma de la victoria. Ciroferarias, llevando en su mano la luz de los cirios. De ángeles cefaloforos, que dirigen su rostro hacia lo alto con las manos en gesto de oración. De ángeles psicopompos o conductores de almas, cuando abren suavemente los dedos sobre la figura del recién fallecido en un gesto de protección y ligereza.
Las manos de todos estos ángeles góticos, que tenemos a la vuelta de la esquina en iglesias y museos, son una hermosa combinación del espíritu y la materia. La representación de aquellos valores interiores que por su pureza, luminosidad y bondad, nos acercan a estamentos mucho más elevados. Trasmutan la materia en espíritu a través de un solo elemento: el amor.
Hoy, en medio de tanta tribulación, es el momento para darse cuenta del origen de nuestros problemas. Las manos que nos rigen representan todo lo contrario a estas de los ángeles góticos.
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