jueves, 2 de junio de 2016

UN TALAIOT EN BARCELONA




Pocos lo saben, pero en Barcelona se alza un talaiot. Y eso que esa cultura protohistórica no llegó nunca a la Península. Sólo se conoce en Mallorca y Menorca. Con lejanos parentescos en Córcega y Cerdeña. ¿Qué hace entonces esa torre ciclópea dominando la Ciutat Comtal?

   Uno de los lugares más visitados de la capital catalana es sin duda alguna el Parc Güell. Se trata de un proyecto urbanístico muy ambicioso, que surgió a principios del siglo XX a impulsos del mecenas Eugeni Güell. En aquel momento competía con la urbanización del Tibidabo, promovida por el famoso doctor Andreu. Güell encargó su diseño a Antoni Gaudí, que estaba en la plenitud de su carrera de arquitecto.

  Al final, el Parc Güell fracasó como urbanización y quedó como un gran monumento. Mientras que el Tibidabo triunfó en lo primero y quedó atrás en lo segundo.
  
  Gaudí llenó el Parc Güell de elementos simbólicos. Uno de ellos sobre un montículo que domina toda Barcelona, el Turó de les Menes. Allí quería levantar una capilla, pero cuando empezaron las obras descubrieron en una cueva restos prehistóricos. Al parecer, Gaudí cambió entonces de parecer. Y, recordando a los talaiots mallorquines que conocía, quiso perpetuar a su manera ese recuerdo antiguo.

  De manera que construyó un verdadero talaiot, con escaleras laterales en hélice. Y tres cruces en su cumbre. Una grande mirando a la ciudad, y las otras dos orientadas hacia los puntos cardinales norte y sur. A partir de entonces, el lugar pasó a llamarse el Turó de les tres Creus o del Calvari.

   Hoy, es un lugar muy turístico. Los visitantes se suben a lo alto del talaiot para hacerse "selfies". Mientras que un músico ambulante toca un dobro acompañado por un gato y pide la voluntad. 

   Muy pocos sabrán que esa torre tosca, de gruesos sillares y forma troncocónica, en realidad es una referencia a esa Mallorca que, algunos días, aparece en el horizonte marítimo.

   Difusa como una sombra.

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