viernes, 19 de abril de 2019

EN RECUERDO DE BI



 

Hace pocos días falleció en Secar de la Real, donde vivió muchos años, Birte-Lena, viuda de R.F.C. Hull. En el 2007 publicamos una breve reseña sobre su figura, que hoy me gusta recordar con todo el afecto.

LA CONEXIÓN MALLORQUINA DE CARL G. JUNG


Birte-Lene se sienta junto a la ventana. Puede ver un jardín frondoso, paredes de piedra, y el cobertizo donde su marido tuvo su estudio. En su casa del Secar de la Real, parece vivir en la Mallorca de otro tiempo. No hay ruidos agresivos, ni tráfico. Sólo el repiqueo de la lluvia en el tejado. La luz grisácea de los recuerdos. 

Carl Gustav Jung fue uno de los padres del Psicoanálisis, y el fundador de una escuela de interpretación simbólica. Gracias a él, los mitos y las religiones antiguas pueden leerse con el lenguaje del hombre del siglo XX. Uno de sus libros más sorprendentes fue "Recuerdos, sueños, pensamientos". Unas atípicas memorias que dictó a Aniela Jaffé, su fiel secretaria. Pues bien, cuando lees la introducción de la editora te sorprende el agradecimiento a "Richard F.C. Hull, Palma de Mallorca, que me aconsejó amablemente con paciencia inagotable". 

Richard F.C. Hull fue nada menos que el traductor al inglés de toda la obra de Jung. En cierta forma el responsable de su difusión mundial. Jung llegó a decir que era capaz de explicar más claramente sus ideas que él mismo. 

Hull fue el inquilino de esa casita del jardín del Secar de la Real. Hombre de vida difícil, nacido en Gran Bretaña el año 1913 quedó afectado de joven por una poliomelitis, de forma que tenía la mitad del cuerpo paralizada. Jungiano convencido, amigo de escritores y poetas, compartió su vida con Birte-Lene desde 1956. A principio de los sesenta los dos se trasladaron a Mallorca. A partir de 1962 vivieron en la casa del jardín. 

Birte-Lene está rodeada de libros, recortes y papeles. Muchos de ellos tienen un valor testimonial incalculable. Con Richard tuvo dos hijos: Ruth y Dominic. El los llevaba al colegio en un cochecito para inválidos que llamaban El Dragón Verde, y que era la atracción de todo el barrio. Más de una vez se quedaron sin combustible a medio camino. 

Richard Hull trabajaba lentamente, cubierto por una manta, escribiendo en una gran máquina de escribir eléctrica con un solo dedo. Leía y escuchaba música. Gritaba: "¡Silencio!" cuando los niños le interrumpían su concentración. En esta casa sencilla, con jardín y corral, se gestó la traducción de una obra que cambió el pensamiento del siglo XX. Aniela Jaffé, la secretaria de Jung, les visitó en un par de ocasiones. 

A partir de 1966, Richard Hull empezó a sufrir depresiones. Su carácter se hizo más difícil y pasó por períodos muy agitados. Murió en 1974 en la ciudad británica de Ascot. Tenía 61 años. 

Hoy, Birte-Lene, que habla muy flojito y mira a su alrededor con ojos dulces, conserva ese legado de la obra jungiana, recuerdos y fotografías. La conexión mallorquina de Carl Gustav Jung.

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