jueves, 30 de septiembre de 2010

SANTES CREUS Y LAS ESENCIAS




Uno de los mitos de la conquista de Jaume I son los caballeros Montcada. En cierta manera, los considero como unos antiguos vecinos. Pues estuvieron sepultados durante un tiempo en la capilla del Sant Sepulcre del Carrer de la Concepció. Que daría nombre a la fuente que todavía se conserva.

Como gesto de deferencia hacia tan linajudos compañeros de barrio, me decidí a hacerles una visita en su última morada. Se encuentra en el monasterio de Santes Creus, en Tarragona. Un inmenso complejo monástico que comparte con Poblet y Vallbona de les Monges la ruta del Císter.

Todos los palmesanos que sientan cierta inclinación histórica deberían darse una vuelta por el claustro mayor de ese magnífico monasterio. Allá podrán ver el sepulcro del caballero Alamany de Cervelló muerto tras la conquista, y representado con el mismo atuendo que vestían los caballeros de aquel 1229. No muy lejos se contempla el sepulcro de Guillem de Claramunt, igualmente fallecido en la isla. Y por fin, cerca de la puerta del templo, un espectacular sarcófago de piedra conserva los restos de Ramon y Guillem de Montcada, mis protovecinos. Para un mallorquín es emocionante encontrarse allí el escudo de esa familia, tan presente en varios lugares de Palma, así como el buey del vizcondado de Bearn. Junto con las imágenes de un castillo y dos espadas como iconografía nobiliaria.

Para amplificar esa extraña sensación de territorialidad fuera del territorio, al entrar en el templo escuché a dos hombres hablando en mallorquín. Los dos peinaban canas y a uno además le tenía visto por Palma. Me alegré de que, mientras admiraba las bóvedas góticas y las tumbas reales, escuchara de fondo expresiones tan nostradas como “me sens?” o “idò”.

Me gustó visitar a los Montcada casi en la intimidad, porque era un miércoles sin gente. Sólo acompañado por aquellos señores tan cultos y admiradores del gótico que hablaban con acento salado.

Lástima que al salir del edificio vi como salían los dos mallorquines con un estuche en la mano que me resultó familiar. Un rato después lo entendí.

¡Me acababan de robar la máquina fotográfica!

Quizás también eso forma parte de las esencias de lo “nostro”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hahahhahaahha genial! Lo que me reído!