domingo, 31 de julio de 2011

METEMPSICOSIS




Cuando tenía 18 años, quedaba con Federico o Vizca en los bares. Una de nuestras actividades preferidas era observar a los viejos. Jubilados que se pasaban el día leyendo el periódico o discutiendo junto a la pecera. Para nosotros, eran como animales prehistóricos. Don Damián, el perilla Bailarín, el Gorra. Viejos de orden, que habían hecho la guerra. Sentenciosos y rancios.

Me fascinaba el total desfase entre su mundo interior y el real. El nuestro. Habían quedado anclados en otro planeta. Sus tertulias nos parecían hilarantes. Nos burlábamos y les utilizábamos como personajes para nuestros cuentos grotescos. Tengo en algún sitio un cuaderno con sus perfiles dibujados.

De ellos aprendí también la sombra de la muerte. Algunos desaparecieron de repente. Otros fueron adelgazando, adquiriendo un color cerúleo. Seguían en su sitio de siempre pero ya no escuchaban ni hablaban. Sus ojos miraban impávidos el umbral del otro mundo. Con ese gesto de los enfermos que saben que se van.

Ahora, cuando a veces voy a Barcelona, quedo con Federico en el mismo bar. Vizca ya ha muerto. Y me doy cuenta, sorprendido, de que los viejos extemporáneos somos nosotros.

2 comentarios:

Federico dijo...

Dice Benedetti que "los años son un pozo de memorias, hilachas de odio/ lindas plenitudes. Son años con impactos en la nuca con la envidia aportando mezquindades, pero también con la bienaventura de los amigos fieles como siempre".
de "Existir todavía"
A vivir, a vivir, que son dos días.
Federico

Federico dijo...

Dice Benedetti que "los años son un pozo de memorias, hilachas de odio/ lindas plenitudes. Son años con impactos en la nuca con la envidia aportando mezquindades, pero también con la bienaventura de los amigos fieles como siempre".
de "Existir todavía"
A vivir, a vivir, que son dos días.
Federico